Ildefons Cerdà y Sunyer (Centelles, Osona, 23 de diciembre de 1815 - Caldas de Besaya, Cantabria, 21 de agosto de 1876) fue un ingeniero, urbanista, jurista, economista y político catalán, un hombre polifacético que escribió la Teoría general de la urbanización, obra pionera de la especialidad, que le hace ser considerado un de los fundadores del urbanismo moderno. Su proyecto más importante fue la reforma urbanística de la Barcelona del siglo XIX, conocida como el Pla Cerdà, y que creó el actual barrio del Eixample. Sin embargo, Cerdà no fue un triunfador; concentrado meticulosamente en su trabajo, tuvo problemas familiares, su proyecto de ensanche nunca fue bien visto por los estamentos locales y acabó arruinado por los honorarios que el Estado español y el Ayuntamiento de Barcelona le debían. Tuvo que pasar un siglo hasta que se empezó a reconocer su legado.
Nació en la masía Cerdà de la Garga, una propiedad que su familia poseía desde el siglo XIV, en Centelles (Osona).
A pesar de su ascendiente rural, los Cerdà eran gente de mundo que habían ligado sus intereses al comercio americano, algo que sin duda estimuló el espíritu abierto y las inquietudes del joven Ildefonso junto con su fe en el progreso.
Destinado por su padre a la carrera eclesiástica, cursó estudios de latín y filosofía en el seminario de Vic, ciudad en la que su familia, de tradición liberal, se refugió durante la Guerra de los Descontentos en 1827. Después de enfrentarse con el padre para cambiar su orientación profesional, en 1832 se trasladó a Barcelona, donde inició sus estudios de arquitectura, matemáticas, náutica y dibujo en la escuela de Lonja. No obtuvo el título de arquitecto y en septiembre de 1835 se trasladó a Madrid para estudiar en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, donde obtuvo el título de ingeniero en 1841, después de muchas penurias económicas debidas a la falta de apoyo familiar.
El 20 de junio de 1848 se casó con la pintora Magdalena Clotilde Bosch i Carbonell, hija del banquero Josep Bosch i Mustich, con quien tuvo cuatro hijas.
La relación matrimonial no funcionó bien y Clotilde, la hija menor, podría haber sido fruto de las relaciones adúlteras de su esposa y Cerdà la excluyó del testamento. En 1862 el matrimonio se separó a consecuencia del nacimiento de Clotilde y en 1864 su esposa se marchó a Madrid.
En los últimos días de su vida, enfermo y semiarruinado porque el gobierno le debía los honorarios de muchos de los trabajos realizados, se trasladó al balneario de Caldas de Besaya, en Cantabria, donde murió el 21 de agosto de 1876. El día 23 de agosto el diario La Imprenta publicó una nota necrológica con las siguientes palabras: «El señor Cerdà era liberal y tenía talento, dos circunstancias que en el estado español perjudican y suelen crear muchos enemigos...»
En 1971, coincidiendo con la reimpresión de su Teoría general de la urbanización, sus restos fueron trasladados y enterrados al Cementerio Nuevo de Barcelona.
TRAYECTORIA PROFESIONAL
Inició su vida profesional como ingeniero estatal en la jefatura de Obras Públicas y, entre 1839 y 1849, fue destinado a realizar trabajos en Murcia, Teruel, Tarragona, Valencia, Girona y Barcelona, donde participó en las obras del primero ferrocarril Barcelona-Mataró. Este trabajo le hace interesar por las aplicaciones de la máquina de vapor al nuevo y revolucionario sistema de locomoción que representaba el ferrocarril.
No tenía el título de arquitecto pero, se dedicó, con su rigor característico, a realizar ingentes esfuerzos analíticos de carácter estadístico, y síntesis gráficas, con propuestas de viviendas para diversas categorías sociales y con diferentes grados de complejidad, desde la casa aislada hasta la colectiva.
En su vertiente como jurista, Cerdà, en sus propuestas para las ciudades de Madrid y Barcelona, propició una nueva legislación, pero careció de precedentes, tanto en lo que se refiere a la legislación estatal como a la extranjera . En Cuatro palabras sobre el Ensanche (1861) desarrolló extensamente el sistema de compensación y la técnica de reparcelación como medio para conseguir una justa distribución de los beneficios y gastos del planeamiento urbanístico entre los propietarios y la obtención de terrenos regulares y edificables en proporción a la parcela aportada, sistema incluido más tarde en el Proyecto de ley de Posada Herrera e incorporado un siglo después en la Ley del Suelo de 1956.
Como economista, Cerdà estableció las normas de la infraestructura, las de la división de la propiedad y las de atribución de las parcelas del terreno de la nueva Barcelona.
En el campo de las ciencias sociales trató de solucionar los problemas de la concentración demográfica de las ciudades y el desarrollo industrial en su obra Teoría general de la urbanización. En este tratado planteó las teorías que en gran medida ya había aplicado con anterioridad al Proyecto de Reforma Interior y Eixample de Barcelona. Incluye una valoración de las condiciones de vida de las clases populares, con una aproximación al estudio de las desigualdades sociales en la salud, donde mide las diferencias de esperanza de vida según la clase social. Idelfons Cerdà desarrolló un auténtico estudio sociológico como apéndice a su Teoría general de la Urbanización, ya que consideró a los obreros planificables como su proyecto de ensanche de Barcelona, y solo nos legó cifras, dejando atrás los latidos del corazón de la masa obrera, que forzosamente tuvo que recoger en sus investigaciones sociales.

