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Más de 30 años dedicados a la industria petroquímica de Tarragona

JOSEP M. PARERA SOCIAS, colegiado número 5107 desde el año 1973.

Es evidente que los sistemas de control han cambiado mucho, pero las relaciones entre las personas también han cambiado mucho. Tengo la sensación de que antes eran mucho más cercanas y el cariño por la empresa era muy grande.

¿Qué tiene la mecánica que la hace tan especial?

Mis padres tenían un taller de coches y mi hermano también era mecánico, lo que propició que la mecánica fuera especial para mí. Desde pequeño me interesaba mucho montar y desmontar piezas, así como el dibujo técnico. Así que acabé cursando ingeniería técnica industrial, en la especialidad de mecánica, en Vilanova i la Geltrú, y recuerdo esa etapa muy provechosa y divertida al mismo tiempo.

¿El servicio militar irrumpió en los estudios?

Hice las milicias universitarias, mientras estudiaba, lo que se llamaba la Instrucción Premilitar Superior. Entonces cuando terminé los estudios tocaba pedir destino y, en función del número de promoción, te enviaban más lejos o más cerca. Como curiosidad, saqué el número 9 de España. Entonces me destinaron a Lleida durante cuatro meses.

En 1972 comienza su carrera profesional en la empresa Industrial Calor Frío SA, dedicada a la instalación de gas propano. ¿En qué consistió ese primer contacto con el mundo laboral?

Justo al terminar los estudios encontré ese primer trabajo, que no llegó a los dos años. Allí hice la función de técnico comercial, es decir, buscábamos clientes allí donde había una construcción, una granja o bloques de pisos para realizar una instalación. Hacíamos el trabajo técnico de la instalación: el sistema de las tuberías, el cálculo de los diámetros y de los consumos, los tanques que debían instalarse...

¿Cómo era importante para las empresas y la sociedad el gas propano?

Significaba una forma de tener gas centralizado en las casas. En vez de calderas de gasoil y de leña, se utilizaba el gas que era más limpio y más eficiente. Entonces, hacia los años setenta, se le instalaban las personas más acomodadas que tenían chalets como también lo hicimos en gran cantidad en las granjas, ya que era un gran avance para los calefactores y el engorde de los polluelos, por ejemplo . Era el recurso más limpio, barato y práctico.

Al poco tiempo, en 1974 fue contratado por ENTASA, en el complejo petroquímico de Tarragona, compañía que posteriormente pasó a denominarse REPSOL PETROLEO SA ¿Cómo recuerda aquella época?

Sí, en 1974 es cuando se empieza a hablar de la refinería en Tarragona, y un año más tarde, me incorporé al equipo de producción. Estuve treinta y dos años en la empresa, que pasó por diferentes nombres. Mi puesto de trabajo fue en el área de Producción y más concretamente en las Unidades de Alta Presión, donde logré el cargo de Jefe de Unidades de Alta Presión. En 2006 me prejubilaron. Pero unos meses más tarde, en el 2007, fui contratado de nuevo en REPSOL; para colaborar en el proyecto C-10 de Cartagena, que era prácticamente la construcción de una nueva refinería con unidades de conversión profunda. Fue una experiencia muy positiva, puesto que era un proyecto nuevo que partía de cero. En esa época me convertí en una especie de freelance que recibía toda la información por correo postal y trabajaba desde casa, aunque en momentos puntuales, como reuniones o revisiones, me desplazaba tanto a Madrid, sede central como a Cartagena. Me consideraron una persona experta y mi aportación les interesó.

¿Podríamos decir que el de Cartagena fue su mayor reto en el ámbito laboral?

Es evidente que éste fue uno, pero afronté otros. Tengo la suerte de que estuve muy bien considerado, en el grupo Repsol, como una persona experta en temas delicados y de alta presión. Estuve diecinueve años vinculado en muchos proyectos a Repsol Tarragona, y cada vez las especificaciones europeas eran mucho más restrictivas, había que hacer modificaciones en unidades existentes, nuevas, ampliaciones... eso significaba que, hasta el año 2000 , hacíamos un proyecto nuevo cada dos años. Y cada proyecto era un reto, ya que partías de la base de la ingeniería básica y después debía enseñarse a todos los operadores.

¿Cómo ha cambiado la relación empresa y personal en la actualidad?

Es evidente que los sistemas de control ha cambiado mucho, pero las relaciones entre las personas también. Tengo la sensación de que antes eran mucho más cercanas y el cariño por la empresa era muy grande. Actualmente cuesta más encontrar a personas que disfruten con el trabajo y se involucren como lo hacíamos años atrás.

En su vida también tuvo lugar la enseñanza, ¿qué recuerda especialmente de esa etapa?

Entre 2005 y 2010 pude impartir clases en el Instituto Superior de la Energía (ISE)", ubicada en Móstoles. Tuve la oportunidad de enseñar, formar personal y sobre todo hacerles involucrar para que se lo sintieran suyo . Todo ello llegó después de arrancar el Hidrocracker, el proyecto estrella de Repsol en Tarragona de entonces, cuando ya estaba estabilizada la planta y yo quedaba libre. Entonces, en Puertollano, se produjo un accidente en la planta y me enviaron para ayudar a reconstruirla. Fue allí donde conocí al director de uno de los módulos y me va propuso impartir clases. Lo disfruté mucho porque lo hacía con ingenieros superiores, con un gran currículum, provenientes de todo el mundo. Fue una gran satisfacción muy grande poder compartir conocimientos con gente joven. y comprometida.

¿Cuál es el futuro de estas empresas, como Repsol?

El futuro nunca ha sido demasiado claro, aunque actualmente se está apostando por biodiesels y en diferentes alternativas de electricidad. Imagino que los comestibles fósiles irán desapareciendo, y lo que deberían hacer las empresas es pensar en clave de futuro y reinventarse para producir nuevos productos potentes en el mercado.

Este año ha recibido un importante distintivo. ¿Con qué se queda de esos 50 años de colegiación?

Me quedo con el trabajo bien hecho. Aunque cuando estás tan involucrado en el trabajo, la conciliación familiar se hace complicada y dura, puesto que no entiende de horarios.

En octubre de 2011 se jubiló definitivamente. ¿A qué dedica su tiempo libre?

Principalmente, hago de abuelo y también tengo una parcela en la que podo los árboles y paso buenos ratos. También voy a andar y en bicicleta para procurar estar ocupado y bien físicamente.

¿Qué les quiere decir a las futuras generaciones de ingenieros?

Que se tomen el trabajo con seriedad y que se le quieran como una parte de ellos y no sólo como un sinónimo de una nómina a final de mes.