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La primera colaboración y de forma casual fue en el servicio militar del Sáhara español

Profesionalmente, ¿a qué se ha dedicado?

Sabemos que ha hecho de profesor muchos años... Estuve unos años trabajando en la industria, pero desde 1981 he trabajado de profesor de Formación Profesional de electrónica en el Instituto Conde de Ríos de Tarragona. La experiencia como profesor ha sido muy interesante. A mi madre le hacía mucha ilusión y aunque primero me dediqué a la industria, después saqué las oposiciones para ser profesor. Colaborar con la formación de la gente joven es muy gratificante. De hecho, después de 35 años haciendo de profesor yo lo recomiendo mucho.

¿Nos puedes contar tu experiencia colaborando con ONG's?

La primera colaboración y de forma casual fue en el servicio militar del Sáhara español. Desde el principio me puse entre ceja y ceja de montar un aula de formación especialmente de mujeres en los campamentos saharauis. Después de detectar la idoneidad de la instalación volví aquí y recaudé dinero (a través del colegio de ingenieros, instituto, instituciones, etc.). Dimos diferentes materiales: ordenadores, escáneres, etc. Lo montábamos aquí y teníamos que hacerlo llegar allí. Hay que decir que en los campamentos no existe suministro eléctrico, carreteras, escuelas... Fue todo un reto. También lo hicimos en la República del Chad, en el centro de África. Allí fue a través de las parroquias, puesto que no existe un tejido social. Contactamos con una persona de allí de toda la vida y que además llevaba la parroquia y logramos llevar el material necesario. Luego saltamos al Centro de América. Nicaragua está muy necesitada de recursos y también es muy difícil llevar los equipamientos. A través del Consejo Cooperativo Internacional de Tarragona logramos potenciar una finca agrícola que ya existía. Así, los beneficios alimentaban sus propios proyectos. Estuvimos muy encima. Potenciamos una actividad que ya estaba allí y multiplicamos la producción de la cría de ganado, leche...

En Open Arms -en una de las misiones de rescate- necesitaban ingenieros para solucionar cuestiones técnicas y también colaboré. Yo fui como ingeniero pero también como navegante. Por suerte, no hubo ninguna baja. Esto lleva mucho desgaste físico, mental y moral.

Estuve en diferentes ONG desde el año 1998-1999 hasta el 2017. Todo el mundo debería plantearse ayudar a las personas más necesitadas pagando una cuota y echando una mano. Para mí, haber hecho un diseño de ingenieros como por ejemplo un motor que debe generar energía como enchufes, aire acondicionado, etc., fue todo un reto. Debíamos imaginarlo y llevarlo a la otra parte del mundo, pero fue muy gratificante.

Ahora que estás jubilado, ¿en qué inviertes tu tiempo?

Con la familia y los amigos. También tengo tiempo para practicar mi afición. Estoy en el Club Náutico de Tarragona y navego a vela desde hace años, también hago remo.

¿Qué crees que puede aportar el Colegio de Ingenieros a los nuevos colegiados? ¿A la juventud?

Después de tantos años en el mundo de la docencia yo diría a la gente joven que estudiara. La formación es importante por tener una ilusión de futuro. El Colegio de Ingenieros apoya y ayuda a los nuevos colegiados y más en el ámbito de formación.